jueves, agosto 03, 2006

Frontera de Dominicana y Haití

Frontera de Dominicana y Haití

En este poco tiempo que llevo en estas tierras lejanas, he tenido que absorver demasiadas experiencias que jamás me imagine, y aunque pronto van a ser dos meses que me fui, no dejo de sorprenderme y estar en una especie de shock, supongo y creo que con el tiempo uno pierde la sensibilidad sobre el tema y la realidad. La semana pasada me tocó realizar uno de los tantos viajes a las comunidades de los montes, específicamente El Rincón, en donde se juntan tres comunidades fronterizas con el único fin de realizar una actividad para priorizar la intervención en la zona. En el trayecto a esta ubicación me sucedió algo que aun no me explico, el viaje para allá nos tardo mas de 5 horas solo de ida “recuerden que este país no es más grande que la distancia de Santiago a Chillan y que yo ya me encuentro ubicado en el sector de la frontera”. Bueno, una vez cruzado el río Artibonito, que en cierta parte divide las dos republicas, nos encontramos dentro de Haití, en un paisaje que no deja de ser distinto del de Dominicana, muy montañoso con caminos muy complicados que surcan las lomas de la cordillera, yo he tratado de encontrar un lugar similar en Chile para poder explicarles, pero la verdad es que no encontré ninguno, pero es similar a las imágenes de Machu-Pichu, grandes montes, con un gran río de color rojo al inferior de la quebrada, y en la cima de estos montes, poblaciones que uno no se explica como no se han ido con la lluvia… Bueno fue cursando uno de estos montes, encontrándonos en el interior de las nubes con una visibilidad no superior a los 7mts. cuando entre los árboles, la tormenta eléctrica, y el estrecho camino, comienzo a escuchar un sonido muy particular, y muy difícil de describir, pero era como un llanto de un bebe, armónico… heee, heeeee, heeee, cuando desde todos lados del camino comienzan a aparecer decenas de niños desnudos, con una especie de trapo en el cuerpo que algo los cubría, estos niños continuaron corriendo acercándose a la camioneta, emitiendo este sonido desgarrador, desesperados como perros rabiosos o palomas de la plaza buscando algo de comida, estirando sus pálidas palmas en extremo contrasté con el resto de su cuerpo, yo atónito por la situación, no puedo negar que me sentí presionado e intimidado y como el conquistador o el invasor, me sentí en necesidad de tener un arma e intentar abrirme paso de algún modo. Luego, al escuchar sus gritos y ver esas caras oscuras con sus grandes ojos y dientes blancos, con su raquítico cuerpo, no fui capaz de soportar la situación y me puse a llorar, y fue imposible no recordar la escena en donde Cristo es acosado por los leprosos, fue tanta la impotencia de ver esa realidad, tanta hambre, tanta tristeza, tanta melancolía en sus caras, tantas cicatrices en su cuerpo, tanto sufrimiento y tanta decepción, que me produce dolor pensar que en estos días, donde todos se sienten con el derecho de hablar de solidaridad, exista tanta diferencia. Muchas veces por la noches me es imposible dormir o despierto recordando esos sonidos de desesperación y me cuestiono qué tan humanos somos, qué tan cristianos nos consideramos, que buenos somos para criticar y comentar sobre el resto, qué protegidos nos encontramos en nuestro mundo soñando y desesperados por logar nuestros pequeños y miserables bienestares… Una casa en la playa, un departamento, un automóvil, un gran computador, o un buen televisor que nos alegre y nos aleje de la realidad, todos en sus diferentes objetivos, prioridades y necesidades, y con toda la intención de ayudar. Pero atender de manera efectiva esta situación, es tan complicado. Qué fácil seria bajar la ventana o aun más, superar el temor y descender del automóvil para ofrecer caramelos o simplemente repartir platos de comida, ropa y alegría. Pero yo les hago un pregunta ¿Ustedes estarían toda su vida así? o aun más ¿Ustedes encuentran que es justo que esta gente viva de esta manera? No señores, estoy seguro que esa no es la forma, pero entonces ¿Cuál es?, la verdad yo tampoco sé cual es, pero creo que todo parte por solucionar necesidades básicas, como acueductos y así dejar que estos niños dejen de lastimar sus cuerpos y su educación por trasportar baldes y bidones de agua que ni siquiera es potable, por mas de cinco horas diarias y el resto trabajando en sus cultivos. Entregando sistemas de salud locales, otorgando educación y organización social, y sobretodo acceso y oportunidades para autoabastecerse. No se si están de acuerdo conmigo pero, qué tan igualitarios decimos ser, cuando soportamos que un niño que es capaz de tomar un azadón entre al mundo laboral y su vida este destinada a un doloroso y simple sobrevivir de algún modo y ni siquiera saber el porqué. Esta situación que les acabo de describir, no es ni exagerada ni escapa de la realidad y se repitió por tres comunidades de igual modo. Mi cuestionamiento es ¿Cuántos niños, familias, comunidades pasan por la misma situación o peor, y yo lamentándome por no tener calefón o por que se corta la luz eléctrica?

Atte.

Alexis Sepulveda C.
Equipo República Dominicana

3 comentarios:

americasolidariaencolombia dijo...

Alexis, parece que esas cosas solo se ven en las películas...y a tí te sucedió. Solo quiero decirte que mucho ánimo y fuerza, es tanta la injusticia y uno es tan poco, pero no debemos dejarnos desmoralizar por eso. Ayuda a todos y los más que puedas, apoyate en tu equipo y descansa en ellos. Ten en cuenta tambien al resto de nosotros que aunque nos conocimos una sola vez en el cerro sn cristobal, estamos todos luchando con optimismo para traer mas justicia

americasolidariaencolombia dijo...

Trato te ponerme en tu lugar, para imaginarme lo que te pasó. Creo que es una imagen que se lleva siempre, y que por un lado baja harto el ánimo, como que uno es tan poco frente a tanta necesidad, pero por otro lado, da más sentido a lo que estamos haciendo!!!
Mucho ánimo por allá y un abrazo grande desde Bogotá.

Anónimo dijo...

Ale... con convicción y pasión, podemos hacer algo.
Un abrazo enorme.